Los pescadores que se dedicaban a esta practica deportiva eran Manuel Alvarez Ramón, Pedro y Genaro Sosa, Regino Perroni y Eduardo Lucero luego de una pequeña merienda prepararon sus aparejos de pesca dispuestos a probar suerte en este deporte de la paciencia. De acuerdo a sus relatos posteriores a partir de las 2.30 de la mañana empezaron a registrarse ráfagas de viento que produjeron una fuerte corriente, sólo Manuel, Pedro y Regino continuaron con sus cañas de pescar el resto prefirió dormir, guardando forma para el amanecer el tiempo paso hasta que a las 5.00 de la mañana
Una sorpresiva e intensa luz como si el sol se encontrara en el Cenit los sorprendió de tal manera que tuvieron que taparse las caras con las manos y cerrar los ojos por unos instantes. Al abrirlos encontraron frente a ellos un objeto volador, con la forma de un plato sopero invertido del cual había salido un extraño ser alto y esbelto, con una sonrisa enigmática y ambas manos extendidas con las palmas hacia arriba, que los miraba fijamente.
La situación se prolongó cerca de un minuto hasta que el ser volvió a la nave se introdujo y emprendió vuelo rápidamente.
Manuel Alvarez relata lo siguiente:” Alrededor de las 5.00 de la mañana todo se iluminó como si fuera de día con un sol radiante. Al abrir los ojos vi una luz tremenda muy potente. En un momento a una velocidad fantástica apareció un plato volador que frenó de golpe para quedar suspendido a unos 25 metros de nosotros, entonces de su parte inferior salió una escalerilla, sin pasamanos por ahí descendió un extraño ser que supongo era su tripulante. Era igual a un ser humano pero su piel tenía un color y una textura muy fuerte, medía cerca de dos metros y tenía un físico perfecto. Bajo de la nave y se paró frente a nosotros, sonrió y mostró las palmas de sus manos que tenían unos guantes tipo mitones. Lucía un traje plateado y escamado, usaba una especie de escafandra pero igual pude verle el rostro, sereno rosado y de fuerte textura, nos miró sonriente, subió a su nave y en un instante desapareció sin dejar ningún rastro ni sonido. Nosotros simplemente estábamos paralizados por el terror.
Por su parte Pedro Sosa agregó unos detalles en los que no reparó Manuel Alvarez.
“Tan sólo le faltaban un par de alas para que pareciera uno de esos ángeles que se pueden ver en los frescos de las iglesias o en los grabados antiguos. La perfección de su cuerpo, el brillo de lo que parecía ser su vestimenta y la escafandra que rodeaba su cabeza como una aureola, así lo hacen pensar, respecto al platillo añadió tenía la forma común que yo había visto en las películas y publicaciones pero en la parte superior pude distinguir una especie de gran ventana de donde salían destellos verdes y rojizos. Por abajo reflejaba una intensa luz blanca, como un inmenso foco, en cuanto a su estructura, tenia unos 20 metros de diámetro y era de color gris plomo.”
Como es de suponer, el caso fue investigado por parte de la Fuerza Aérea y por los expertos de la Universidad de San Luís en forma exhaustiva y separada.
Aunque las conclusiones no fueron dadas a conocer, fuentes responsables de ambas instituciones puntualizaron que se había coincidido en varios aspectos quedando el caso archivado.
(Nota sacada de la Revista Lo Insólito.)
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